lunes, mayo 25, 2009

Mi tío Arturísimo

De Bienservida (tenía que ser lo primero). Mi tío Arturo, hijo de mi tía Aurora, a quien quise tanto. Hijo de mi tío Arturo a quien tanto quiero y que tanto quiso a mi padre, su sobrino hermoso. Mi tío Arturo, hermano de la amiga de mi madre. Mi tío Arturo, primo de mi padre. Mi tío Arturo, primo de mi madre, y tío mío. Mi tío Arturo, el de la puerta de enfrente. Mi tío Arturo, el que me pregunta con interés. Mi tío Arturo, que se toma una cerveza en una terraza del pueblo. Que viene a mi casa en Puerto Rico, en Perú, en Madrid. Mi tío Arturo, que en los veranos me cura las gastroenteritis y me mira la garganta. Mi tío Arturo, el amigo de mi padre. El médico que acompañó a mamá, que nos acompañó, que nos acompaña. El tío, el primo, el amigo que nos acompaña. El tío petete. El tío que se ríe. El tío que cuenta anécdotas. El tío que escucha. El tío que disfruta. El tío que me quiere y a quien quiero. Mi tío, de quien estamos orgullosos. Mi tío Arturo, Ilustrísimo (ahora nombrado), pero aunque nunca se lo hayamos dicho, él siempre lo ha sido. Enhorabuena.


lunes, mayo 18, 2009

Trajes de luces

Entramos a Las Ventas por el patio de arrastre, recogimos unas almohadillas y nos dirigimos a nuestros lugares en el tendido diez. Llevábamos merienda y críticas de primera así que a las siete en punto, cuando sonaron los timbales, estábamos preparados para el espectáculo.

El primer novillero no hizo buena faena, el segundo fue soso y el tercero, que toreó estupendamente entre aplausos y olés, mató mal. Tuvimos de todo: Abucheamos a un picador, aplaudimos a un par de banderilleros, hubo pañuelo verde y cambiaron dos toros; salieron los cabestros a las órdenes de Florito, que con su vara y su chaquetilla sacó al dos toros del ruedo. Entre toro y toro los pasodobles de la orquesta, los comentarios de las marquesas y las protestas de los entendidos. Uno recibió al toro de espaldas, a uno le pinchó un toro pero siguió. Y un par de faenas nos las dedicaron al público.

Nosotros saboreando medialunas de espárragos, bocadillitos de tortilla y un vasito de vino mientras pasaban de capote a muleta y la sangre manchaba el ruedo… No se podía ser más español. Algunos aplaudían y otros silbaban. Pero sin querer hacer crónica taurina, lo mejor de la corrida fue la caída del sol.

Empezó a anochecer y se encendieron los focos de la plaza. Iluminaron el ruedo y los trajes de luces que, como en los míos, seguramente lucieron su brillo en los ojos de mi padre y mi abuelo tantas veces.

martes, mayo 05, 2009

Mañanica de mañicas

Volviendo a Madrid en AVE desde Barcelona, paró el tren en Zaragoza y detrás de nosotros se sentaron un par de señoras.

Estaba yo relajada, con la cabeza echada hacia atrás y con los ojos cerrados... empezando a caer en un sueño dulce cuando oí:

- No quieres un poco'e chocolate?

- Uh, no, chocolate ahora no que aún tengo el gustico a longaniza.



Adiós siesta.