viernes, agosto 10, 2012

Escena veraniega

Asín que áhi estábamos a media tarde sentados de cháchara en la escalera, rendíos al frescor de los escalones de piedra y, la tía Mari Carmen, que oyó risas se bajó corriendo con su toalla enrollada en el pelo recién tintao y vestida con su aticuel a ver de qué nos reíamos y se sentó en el escaloncete también a reírse mientras se echaba crema en la piernas. En esto entró la Abuela, que se había dado la vuelta a mitad de la plaza al ver que la puerta de la iglesia aún estaba cerrada, porque el rosario empezaba a y media. El tío Antonio, que estaba apalancao en el pasamanos, retiró las cortinas de la puerta y la tía Amparo se echó un chorro de crema en la mano. Ah, ¿es que nos estamos poniendo crema?…Si. Pues pásame el bote. Y la Abuela, arreglada y apañá para el rezo, vestida de luto y sin soltar su abanico negro, se empentó en el pollo de la escalera y se unió a la tertulia. ¿Nena, es que no habías quedao áhora? Si, pero estoy aquí tan bien y metida en la conversación que no me quiero ir. Ea.

De pronto se hizo un silencio sólo roto por el jugasqueo que se traía el tío José Miguel con las llaves en la mano. Saboreamos el momento, disfrutando de lo que ya poca gente hace: pasar la tarde.

Né, estamos pa que áhora mismo entre alguien. Ea.