viernes, noviembre 23, 2012

Coquí- 1. Brasil

Yo tenía doce años cuando papá, mamá y yo nos fuimos de excursión un fin de semana con amigos. Explorando caminos en las montañas de las afueras de São Paulo, entramos con nuestro ambulanteo en una finca y enseguida me vi metida en una jaula donde una perrita Labrador había parido y me rodearon varias cositas peludas con patas. Me senté y empecé a jugar con los cachorros. De pronto un perrito suave, redondito y con andar un poco patoso vino hasta mi y se acuitó en mis piernas, haciéndose huequito bajo mis brazos –en la posición justa para que mis manos pudiesen acariciar su orejas- como seguiría haciendo durante mucho tiempo.

Coquí, Coquinho, Porre, Porre-de-yuju, Guanaquito, Sopedorillo, Moni, Monito, Mono-de-feria, Monichu, Monichifú, Monichifú-colea, Piticlunchi, Monichuliflinguiwinguipiticlunchilili, Pequeñóntilo, Godito, Antonio, Cosa-suave, Orejitas-suaves, Chuave, Chuavecito, Chuevemente-bésame, Tontito, Tontiti…

¿Y ahora qué hago yo con nuestras tonterías? De las que sólo eran entre tú y yo.

Piensa en todo lo que hemos pasado juntos estos trece años.

Al principio te hacías pis por todas partes, qué guarris. Luego aprendiste a hacer tus cositas en los papeles de periódico que poníamos en la cocina. Cuando ya pudiste bajar a la calle, fuiste aprendiendo y disfrutando de hacerlo en los árboles y en cualquier esquina que necesitara tu marca. Al principio hacías pis como las señoritas y Marisete decía que te daba vergüenza hacerlo en la calle. Si alguna vez se te escapaba en casa mamá decía “Me cago en ti/en tu estampa” y te mandábamos ¡de castigo, Coquí! Y tú enfilabas cabizbajo y satisfecho al rinconcito al lado de la lavadora. Pero enseguida iba yo, te pedía la patita y con un gesto de bueeeno, te perdono, te liberaba. Vandita decía que eras mi cómplice. Y además un fofoquinha, siempre metiendo el moco… Muy de la familia.

¿Te acuerdas cómo te enseñé? Te sentaba en la pared de enfrente en la cocina y te sujetaba ahí diciéndote “Quieto, quieto”. Cuando me entendías me apartaba de ti lentamente y te quedabas inmóvil. Luego, desde el otro extremo te miraba y, abriendo los brazos, te decía “¡Ven!” ¡Y venías! Te aplaudía, muy bieeen, y tú movías tu rabito. Luego te daba una bolachinha de premio y la tomabas despacito porque te decía: “¡Eh! Como un caballero.”

Cuando salíamos nos esperabas recogidito bajo los armarios de la cocina, y si te dejábamos solito mucho tiempo nos castigabas y te hacías de rogar para salir. A veces te escondías debajo de las mecedoras del salón o te salías conmigo a la terraza y te ponías de pie, con las patitas apoyadas en el murete y mirábamos juntos las vistas del parque Ibirapuera y los aviones que iban a aterrizar en Congonhas.

En esos meses malos que pasé en Sampa y en todos los años buenos que disfrutamos en Brasil, tú siempre estabas ahí esperando para saltarme encima a la vuelta del cole, merendar conmigo y acompañarme (y de vez en cuando distraerme) mientras hacía los deberes. Perseguías a mamá por toda la casa, “Érase un perro pegado a un culo”. Y por la noche recibías a papá, que te toreaba con el maletín, y luego cenábamos juntos viendo a Silvio Santos o Ratinho, y nos mirabas desde los escaloncetes de la entrada. Yo te chinchaba: Esse é meu patrão! Los fines de semana paseábamos por Jardins y por las noches veías pelis de Blockbuster con los tres.

Siempre estabas con nosotros, y nos seguiste siguiendo por el mundo.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Snif, Snif, ¡que bonita amistad!

Roberto.

11/23/2012  
Anonymous Alby said...

As cool as a cucumber!

11/23/2012  
Anonymous Ampar said...

Siempre fiel nuestro Coquiñu.
Quien paseara ahora por el pueblo, detrasito de Goa.

11/23/2012  

Publicar un comentario

<< Home