lunes, noviembre 26, 2012

Coquí- 2. Perú

Saliste por la cinta de maletas en el aeropuerto de Madrid, Barajas, y a mamá y a mí nos dio la risa floja al verte deslizándote más chulo que un ocho hacia nosotras con tu cara de Sí, bueno, vale, ¿qué pasa? Bajamos tu jaulilla y, aun sin poderte abrir, te montamos al carrito y te íbamos diciendo cositas e intentando acariciarte a través de los palotes; tú ya estabas impaciente e ibas resoplando y moviendo el rabito.

A la salida nos esperaban los primos y los tíos, que por fin conocían a su sobrino perruno. “¡Qué guapo, y qué elegante!” decía la tía cuando te miraba andar desde lejos. Guapo sí, pero en elegancia perdías de cerca, Piticlunchi, porque no me hacías caso: Mastica con la boca cerrada. Ahora, chic siempre has sido… de vacaciones en España, qué suertudo.

Ese verano, cuando se me acababan las vacaciones y ya nos fuimos a Perú, te dejamos un tiempito con los tíos mientras llegaba la mudanza y arreglábamos el apartamento. Tu entrada al país fue un tanto rocambolesca pero no teníamos ninguna intención de separarnos de ti y por fin te trajimos a casita, a nuestra nueva casita, y nos acompañaste mientras empezábamos una nueva etapa en Lima.

Por las noches te venías a la salita con nosotros, te colabas por detrás del sofá y cuando querías salir reculabas y se te quedaban las cortinas como un velo por encima. Parecías un fantasma, pero el que tenía cara de asustado eras tú. Dabas una y otra vuelta alrededor de la mesa hasta que encontrabas tu sitio, que solía ser a mi lado cuando me quedaba comida, a los pies de mamá cuando querías dormir, al lado de papá cuando querías que te acariciara un poco así pero sin pasarse, y delante de la estufa cuando había más humedad.

Aprovechabas cualquier despiste para robarnos la servilleta, las zapatillas o las chanclas. Eras un ladrón que robaba y ladraba. Nuestro juego nocturno era que, al acostarme, yo te tiraba los calcetines; tú te los agenciabas e ibas a enseñárselos a mamá. Entonces mamá te los quitaba y me regañaba, “No sé quien es peor, ¿eh?” Y concluía, “Bueno, sí lo sé.”

Cuando quitamos la moqueta del pasillo oíamos tus pisadas en la tarima y yo podía esperarte detrás de una puerta o una esquina para asustarte. ¡ARRRGH! Tú salías traspellao. Las patas se te movían en el aire antes de arrancar a correr, como a los dibujos animados, y te dabas unas cuantas carreras por el pasillo. Luego te pillaba y te daba un abrazo apretado hasta que te calmabas. Como siempre, mamá me decía, “Mira que es que eres… con lo tranquilito que estaba.”

Los fines de semana por la mañana te ibas con papá y mamá a caminar alrededor del golf. Cuando te sacaba Soledad le pegabas unos tirones siguiendo rastros deliciosos que le hacían salir volando. Y cuando te sacábamos de paseo por las tardes los tres, nos recibía Julito en la puerta diciendo a toda pastilla “Buenas noches, señor, buenas noches, señora, buenas noches, señorita, buenas noches, Coquí.”

Te ibas encantado en vacaciones con Willy, y con Wilson para que te mimaran sus hijos mientras nosotros veníamos a ver a todos a Madrid y a Bienservida. Al señor Kaufman, sin embargo, no le hacías mucha gracia aunque él si nos hacía reír con los chistes que llevaba apuntados en la libretilla que se sacaba del bolsillo de la camisa. Un día, de esos que nos sorprendía con su llegada inesperada, se asustó al verte y le dijo a Soledad: “¡Saque al perrito inmediatamente!” Una anécdota que quedará para siempre, como tantas otras, y éste, otro personaje querido como tantos a los que hemos conocido juntos.

Ya sé que estoy soltando mucho rollo y que ahora estarías poniéndome la pata encima como diciendo “Déjate de monerías, ¿me vas a dar ese trozo de queso, o no?” pero es que hemos vivido mucho juntos. Y también separados. Como cuando yo me vine a España para empezar la carrera. Tú te quedaste allí en casita, con papá y mamá, y pasaba meses sin verte. Ni siquiera hablábamos… Con papá y mamá hablaba por teléfono todos los días, pero tú nunca te querías poner. También seguimos sin vernos cuando me fui a Nueva York, pero en cada vacaciones que podía volaba a Perú a veros. Y durante unos días estábamos todos juntos otra vez, en casita.

viernes, noviembre 23, 2012

Coquí- 1. Brasil

Yo tenía doce años cuando papá, mamá y yo nos fuimos de excursión un fin de semana con amigos. Explorando caminos en las montañas de las afueras de São Paulo, entramos con nuestro ambulanteo en una finca y enseguida me vi metida en una jaula donde una perrita Labrador había parido y me rodearon varias cositas peludas con patas. Me senté y empecé a jugar con los cachorros. De pronto un perrito suave, redondito y con andar un poco patoso vino hasta mi y se acuitó en mis piernas, haciéndose huequito bajo mis brazos –en la posición justa para que mis manos pudiesen acariciar su orejas- como seguiría haciendo durante mucho tiempo.

Coquí, Coquinho, Porre, Porre-de-yuju, Guanaquito, Sopedorillo, Moni, Monito, Mono-de-feria, Monichu, Monichifú, Monichifú-colea, Piticlunchi, Monichuliflinguiwinguipiticlunchilili, Pequeñóntilo, Godito, Antonio, Cosa-suave, Orejitas-suaves, Chuave, Chuavecito, Chuevemente-bésame, Tontito, Tontiti…

¿Y ahora qué hago yo con nuestras tonterías? De las que sólo eran entre tú y yo.

Piensa en todo lo que hemos pasado juntos estos trece años.

Al principio te hacías pis por todas partes, qué guarris. Luego aprendiste a hacer tus cositas en los papeles de periódico que poníamos en la cocina. Cuando ya pudiste bajar a la calle, fuiste aprendiendo y disfrutando de hacerlo en los árboles y en cualquier esquina que necesitara tu marca. Al principio hacías pis como las señoritas y Marisete decía que te daba vergüenza hacerlo en la calle. Si alguna vez se te escapaba en casa mamá decía “Me cago en ti/en tu estampa” y te mandábamos ¡de castigo, Coquí! Y tú enfilabas cabizbajo y satisfecho al rinconcito al lado de la lavadora. Pero enseguida iba yo, te pedía la patita y con un gesto de bueeeno, te perdono, te liberaba. Vandita decía que eras mi cómplice. Y además un fofoquinha, siempre metiendo el moco… Muy de la familia.

¿Te acuerdas cómo te enseñé? Te sentaba en la pared de enfrente en la cocina y te sujetaba ahí diciéndote “Quieto, quieto”. Cuando me entendías me apartaba de ti lentamente y te quedabas inmóvil. Luego, desde el otro extremo te miraba y, abriendo los brazos, te decía “¡Ven!” ¡Y venías! Te aplaudía, muy bieeen, y tú movías tu rabito. Luego te daba una bolachinha de premio y la tomabas despacito porque te decía: “¡Eh! Como un caballero.”

Cuando salíamos nos esperabas recogidito bajo los armarios de la cocina, y si te dejábamos solito mucho tiempo nos castigabas y te hacías de rogar para salir. A veces te escondías debajo de las mecedoras del salón o te salías conmigo a la terraza y te ponías de pie, con las patitas apoyadas en el murete y mirábamos juntos las vistas del parque Ibirapuera y los aviones que iban a aterrizar en Congonhas.

En esos meses malos que pasé en Sampa y en todos los años buenos que disfrutamos en Brasil, tú siempre estabas ahí esperando para saltarme encima a la vuelta del cole, merendar conmigo y acompañarme (y de vez en cuando distraerme) mientras hacía los deberes. Perseguías a mamá por toda la casa, “Érase un perro pegado a un culo”. Y por la noche recibías a papá, que te toreaba con el maletín, y luego cenábamos juntos viendo a Silvio Santos o Ratinho, y nos mirabas desde los escaloncetes de la entrada. Yo te chinchaba: Esse é meu patrão! Los fines de semana paseábamos por Jardins y por las noches veías pelis de Blockbuster con los tres.

Siempre estabas con nosotros, y nos seguiste siguiendo por el mundo.

viernes, noviembre 16, 2012

Villaserranots mix, ¡booooomba!

¿Cómo es tu vestido, tú como vas a ir?
Pivón.

Cabrones, nos habéis hecho llorar.

Está más bonico que un remolque recién pintao.

¿Ey, dónde está el cañero?

¿Eso es sepia?
Es vieira, nena, que te sacan de los chopitos...

Tu pozo en un gozo.

Si se me ve la teta, avísame.

¿Quiere? Es pollo teriyaqui.
¿Teñiñaqui?
Algo así.

Hi, Calamboy!!!

Me gustaría parirla, la verdad.

¡Interceptar al de la carne!

Puntos suspentivos...

¡Javi y María, tacatá, Javi y María, tacatá!
(La novia) Eh, buena versión.

¡Que salte el del vino! ¡Que salte el del vino!

Cuando esté la cosa distendida-
Quieres decir: Cuando llevemos dos copas, cantamos Sobreviviré.

Eres un Turrumoto.

Nenas, escucharme: No bebáis más.
Ah, pensaba que iba a decir algo importante.

¡Hay rumores, hay rumores!

Heeeeeyyyyyy CALAMBOOOOOOY!!!

Pues yo estoy sin llaves...
Pues duerme en mi sofá.
Jajajaja... Mi mujer me mata.

Voy pisando el suelo, pero es lo único que puedo hacer.

¡Boda trae boda!
No, no, no. La abuela está avisada. Va a haber un parón o se salta el turno.

Estás tan guapa que te puedes meter a p*ta... bueno que me ha escuchado tu madre, así que diremos que estas tan guapa que te puedes meter a artista.

Bueno...al menos no he sido la primera en irme al suelo.

¡Lluvia de zapatos!

La novia no va a querer saludarnos más.
¿Por qué?
Casi la mato...

¡Vamos a quedarnos más tiempo!
Voy a decirle a mi mujer que me tengo que quedar a buscarte, que no te encuentro.
(Se esconde y asoma el cabezo diciendo): ¡Eh, eh, búscame que me he perdío!

¿Quién es ese? Pero si es CAAAAALAMBOOOOOOY!!

Se confirman los rumores.

Como te vuelvas a perder te doy-.
Venga papá, para casa que va siendo tarde para ti.
¡Dale un pescozón al ñaco!!

¡Yo quiero ser Serrano!

A la mujer que tiraba papel al suelo para empapar copas rotas:
Sin ti la boda no habría sido lo mismo.

¡Vivan los novios! ¡Vivaaa!
¡Vivan los primos de los novios!
¡Sí, viva yo!

domingo, noviembre 04, 2012

Bienservidos

Echa migas por el camino.
¡Piedras! ¿No has aprendido nada de los cuentos?

Venimos con hambre preventiva.

Tengo pantalones vaqueros y de chandal.
¿Que se te hinchan los vaqueros? Realmente eres Superman.

¿Cabíais en la cama?
Yo esta noche he dejado los pies fuera.

Me encanta el olor a aceite.
Pues hazte churrero.

Mi tío nos va a cocinar.
¿A nosotros!?
Y es cazador.
Eso no me tranquiliza.

Me voy porque para ver al oso no necesito verle.

No se despiertan. Y eso que les he puesto voces, les he disparao...
¿Y llamando a la puerta?
Eso no lo he intentado.

¿El oso se convirtió en catedral?

"Andando por el camino te tropezamos señor, Te hiciste el encontradizo, Nos diste conversación"

Sales al balcon y ti-tiritas de frío.

¿Cómo se llamaba tu tio? ¿Pepe?
José.
Es que hay confianza.

Ya se que te has hecho daño pero yo más.

Todo va a traer cosas buenas.
Pero eso es mentira.
Ya, pero habrá que creer algo.

Yo hablo en sueños.
Yo a veces me despierto riéndome, ¡y ella insulta!
Yo una vez grité Jumanji.

Calor no tengo; frío casi.

¿Pero eso es para tu vida interior?

Ponle la pinza en la cabeza.
O en la teta.

¿Esa es la plantilla de tu pie?¡Diosss!

Albajaca.

Uff, carga de profundidad a mi estómago.

No todos tenemos las mismas cabezas.

Dentro de nada son Navidades y a comer otra vez.

¿Cómo se llamaba la montaña, el Pico...?
Del Padrón.
Ah, por eso lo de los pimientos.

¿Soy bajito y tengo orejas verdes?

Mato gente pero no soy un asesino.

Perdona, 'La Sirenita' no es exótica.

¿Viajo por negocios?

Qué tontos sois, lo sabeis todo.

¿Pitufas todos los días?
Sí.

El Arca de Noé cruza; el fuego ni de coña.

Bueno, lo comido por lo bienservido.

En un día has roto el baño y has dejado varao el coche en el cortijo. Te parecerá bonito.

Se te ven las bragas.
Ay.
Y ayer también.

¿Tú siempre la lias tanto?
Pues coincide que siempre estáis vosotros.

¿Qué haces?
Nada, te levanto el culo.

Aquí somos católicos apostólicos románicos.

Nos quedamos encallados con el coche en las uvas.
¿Eh!??
En el aceite.

Pilates es lo de controlar la respiración y apretar el culo y otras cosas.

Venga, un brindis por la abuela y por la Virgen del Turruchel.
Oye, estáis haciendo muy buenos brindis.

Las aceitunas y uvas son lo mismo: verdes, redondas y con hueso.