jueves, mayo 03, 2007

Cuando me iba a casar con mi primo

De pequeños, mi primo Alberto y yo teníamos pensado casarnos. Yo me comía la corteza del pan, y a él le gustaba la miga… nos complementábamos. Siendo mejores amigos y, además, siendo madridístas los dos, lo mejor era casarse.

Si a los cinco años nos hubiésemos casado, habríamos sido muy felices:

Viviríamos en una casa, y tendríamos un patio de arena para jugar a las chapas. Podríamos correr y tirar el balón dentro de la casa, porque nuestras reglas no son aburridas, pero en el patio sí que habría que tener cuidado con la pelota, para no destruir la partida a medias.

Comeríamos sopa todos los días; él cenaría espaguetis y yo pollo frito, y después leche con galletas. No tendríamos que cocinar nunca, porque tendríamos un frigorífico como el de Los Supersónicos, que le das a un botón y aparece el plato que elijas. No necesitaríamos coche ni pagar gasolina, porque iríamos a todas partes en bicicleta –aun para irnos de vacaciones a Puerto Rico- porque nuestras bicis son voladoras también.

Habríamos acabado con el hambre en el mundo; No regalando golosinas a todos los pobres, sino enseñándoles a plantar chuches ellos mismos para que no tuviesen que pagar 10 pesetas por cada lengua de regalíz y un duro por una fresita. Claro, que en nuestra casa más que chucherías tendríamos bolsas y bolsas de gusanitos y patatas fritas, porque en cada bolsa hay un mega-tazo, y más adelante venderíamos la colección entera para pagar el viaje a Mongolia. Allí iríamos porque está lejos y nadie va y se sienten solos, porque mola el nombre y porque si.

No tendríamos que ducharnos todos los días, que es un rollo, pero podríamos llenar la bañera y hacer espuma, y jugar por horas hasta que los dedos se nos arruguen como patatas. Nos quedaríamos viendo la tele en el sofá hasta tan tarde como quisiéramos, pero casi siempre veríamos El Rey León otra vez, porque es la mejor.

Cuando fuésemos a la cama, nos quedaríamos hablando hasta muy tarde, hasta las once por lo menos. Y por las mañanas no habría cole nunca, sólo los dibujos animados de Scooby-Doo.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Un Mundo Feliz, pero los nuevos autores son Paloma y Alberto. MM.

5/03/2007  
Anonymous Anónimo said...

Algunos hemos tenido la dicha de ver por un agujerito ese mundo.

Besos

5/04/2007  
Anonymous Anónimo said...

Y mientras hablamos por la noche, oiríamos un tintineo inequívoco. Y con la habilidad de los zorros, nos haríamos los dormidos justo en el momento en que el abuelo abra la puerta y pregunte: ¡Qué hacéis!

5/04/2007  

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