martes, abril 24, 2007

El día que crucé el Rio Mississippi por primera vez

Desayunamos en la barra de la cocina —como corresponde en cualquier casa americana que se preste— y empingorotados en unos taburetes recién acolchonados y tapizados con flores. Café americano con crema de leche, pan de plátano y torta de salchichas.

Subimos al coche y Ron me dio el tour por el pueblo. La primera parada fue en el cartel de “Bienvenidos a Kennett, hogar de Sheryl Crow.” Me paré junto a la placa que anuncia orgullosa que la cantante ganadora de nueve Grammys nació y se crió allí, y me tomé una foto. Después, desde el mismo arcén de la carretera contemplamos los campos secos de algodón. Y al final de la finca subía hacia el cielo una torre de deposito de agua que decía: Kennett. Por allí cada pueblo tiene una; el nombre del pueblo se ve desde lo lejos. Si uno se pierde por la autopista, los depósitos altos y blancos ayudan a encontrar el camino.

Fuimos a la plaza, donde está la central del periódico local, el Daily Dunklin Democrat y el juzgado. Entramos a saludar a Mr. Beaton, pero en ese momento estaba en un juicio. Ron me presentó a Mr. Blunt (nieto del actual Governador del estado de Missouri, Matt Roy Blunt) y a un par de secretarias. “Esta es mi amiga Paloma, de Madrid, España.” Mr. Blunt me dio la mano, y una de las chicas dijo, “Ah, tú eres Paloma. Qué bien que hayas venido, te estábamos esperando.” Y es que en un pueblito del sur todos se conocen, todo se sabe, y una visita es un gran acontecimiento, especialmente si la visita viene de Europa. La otra chica, que estaba al teléfono, se giró y se levantó a saludarme. “Así que tú eres Paloma. Estabas por todo mi calendario, jeje.”

A medio día buscamos a Laura y nos fuimos a comer a Bill’s BBQ, la Barbacoa de Bill. Por fín, después de un semestre entero en Nueva York oyendo lo rico y maravilloso de los chuletones de cerdo de Bill, pude comprobarlo por mi misma. Ir a Bill’s, entendí, es como ir al bar de Francisquillo en mi pueblo (yo es que todo lo comparo a mi pueblo). Hay que ir, hay que comer y disfrutar, y siempre está bueno.

Por la tarde fuimos a visitar a Gracie, la que fuera nana de Ron y sus hermanos. Es una mujer negra y grande, ya mayor y soltera, que vive en las casas de protección oficial. Nos recibió con abrazos y alegría por conocerme. Dentro, las paredes estaban forradas de papel verdoso y los sillones cubiertos con sábanas. Tomamos asiento, y mientras separaba las hojas limpias de una lechuga, contaba historias de cuando “sus niños eran pequeños.” El salón era minúsculo, el piso era de moqueta veis. La telenovela estaba encendida y una malvada madrastra le juraba a un desgraciado que se las pagaría. La estantería estaba repleta de recuerditos y fotografías de la familia y “sus niños” casi escondidas tras marcos enormes y rococó. Un abanico eléctrico refrescaba la habitación.

Después fuimos a casa de los Earnest, padres de Emily, compañera del colegio de Ron. La mujer nos abrió la puerta vestida en vaqueros y camiseta de estar por casa, con una coleta en el pelo. En la cocina estaba Mr. Earnest, sentado al ordenador, con las piernas cruzadas y los pies encima de una silla. Me llevaron a la casa de la piscina, en su patio trasero, donde la Sra. Earnest había montado una fabrica de caramelo casera. También allí había trasladado la cama de Emily, para que tuviera su rinconcito privado cuando fuera a visitarlos en el verano. Vi cartelitos amarillos por todas partes, y la mujer me explicó que quería que su hija aprendiera francés “de una vez por todas.” Había papelitos etiquetando casa cosa. En la ventana se leía “Fenêtre” y debajo la forma correcta de pronunciación. En la silla ponía “Chaise” y en la puerta, “Porte,” naturalmente.

Volvimos a casa de los Beaton, pues a las tres de la tarde partíamos todos de viaje. Estábamos llegando a la casa, cuando vi a un hombre barrigudo y con gorra que paseaba lánguido por los jardines con una lata de cerveza en la mano. Ron me explicó que su actividad diaria consistía en dar vueltas al vecindario eructando.

Monté con Laura, Ron y sus padres en el todo-terreno y salimos con destino a Paducah, Kentucky. De camino cruzamos el condado de New Madrid y me emocioné. Claro, me explicaron, que allí se le decía Nuh Mádrid.

Por ahí debajo está la falta tectónica de New Madrid, que causó un grave terremoto en los años treinta. Fue tan fuerte el sismo que hizo que las aguas del Mississippi se dieran la vuelta y retrocediera la corriente. Por carreteras verdes al fin llegamos al puente viejo. Por ese y otro puente más pasamos del estado de Missouri al de Illinois momentáneamente, y por fin al de Kentucky. Crucé el Mississippi. Los nervios de estar ante años de historia estudiada, por el mismo río que navegó el niño Tom Sawyer, en la aventuras escritas por Mark Twain… Vimos el choque de aguas del Rio Ohio con el “Mighty” Mississippi, el poderoso.

Tras un par de horas de carreteta llegamos a Paducah. Allí nos recibió el resto del clan Beaton, en casa de Ron Beaton Senior, el tío famoso por las noticias en televisión para el canal NBC. Ya estaba jubilado, pero me contó cosas interesantes y me mostró fotos de entrevistas a personajes importantes. También estaba la abuela Lúlu y el tío Lawrence. Beth, la esposa del tío Ron me llevó al cuarto de invitados para dejar mi mochila.

En el salón los hombres y yo veíamos un partido de béisbol, mientras las mujeres se encargaban de la barbacoa en el patio. Cuando la comida estuvo lista, hicimos un corro alrededor de la mesa de la cocina. Juntamos las manos y rezamos. Una vez bendecida la comida cada uno se sirvió hamburguesas, perritos calientes, condimentó la carne con ketchup, mostaza y/o mayonesa, con ensalada de pistacho y habichuelas coloradas. En la mesa el tío Lawrence, inmutable con sus canas y su mano temblorosa, me hizo un breve y conciso resumen del Antiguo Testamento que me dejó sentada.

Por la noche bajamos al centro de la ciudad, con edificios antiguos (de hace cien años), una plaza y el río. En el puerto de Paducah desembarcó en General Grant —que luego se convertiría en Presidente— y allí se vertió sangre durante la Guerra Civil por controlar el tráfico de barcos hacia el norte.

Después de un paseo y de reconstruir ante nuestros ojos parte de la historia de Estados Unidos, volvimos a la casa con toda la familia. Junto al garaje tiramos canastas con el tío Ron hasta las dos de la madrugada.


3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

"El primer día que felicito a mi prima Paloma por sus 20 años y por Internet". ¡¡Felicidades!! Que te quiero, te echo de menos y estoy contigo tirándote de las orejas.
Pasa un día muy guay. Cuando tengas tiempo escribe sobre los tesoros grecorromanos que ha rescatado de sus sótanos el metropolitan de Nueva York.
Un besazo!!

4/25/2007  
Anonymous Anónimo said...

WAUUUU! qué experiencia! Me tienes que contar con más detalle.MM

4/25/2007  
Anonymous Anónimo said...

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11/20/2009  

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