domingo, abril 30, 2006

Agua de coco

Un domingo soleado y en silencio, sin prisas en las calles, tanto que parece que el tiempo se ha parado. El cielo está casi amarillo de tanto sol, y hay un calor que se pega al cuerpo con aire pesado, estancado. Un segundo se siente el Caribe; Un segundo se traga el aire caliente del trópico; Un segundo se huele el mar de Puerto Rico; Y un segundo después estás de vuelta en Madrid.

Me provoca un agüita de coco. Se me hace que en la otra esquina debe haber. Machete, sorbete y adentro. Y después chás y el coco en dos; con una cucharita repelar la carne blanquita. Mmm...

En la misma calle habría un puestito con sombrilla de colores y una caja de plástico amarillo enorme donde están los cocos verdes fresquecitos esperando, y el puestito subido en una rueda y dos pedales, que hace iii iiiii al andar oxidado, y seguramente está don José o un señor Wilson que lo circula por las calles. El señor Wilson es el que usa bermudas y chanclas de dedo y camisa de flores abierta, y su bigotito, claro. Y lo más probable es que se encuentre con Robby Márques, el zambo de allá, que vende piragüitas, con su conito de hielo y empapado con dulce de lo que usted guste jefe, dulce de papaya o guayaba tenemos también. Y seguramente el señor Wilson incline la cabeza en saludo al ver al joven y diga compadre, y Robby seguro contesta que pasa brodel acá andamos. Pero el puestito de cocos se queda en la esquina un ratito. Y si deseas te ofrecen guineitos también, recién cogidos señora... Pero, gracias mijo, ya con el agua voy servida. Pues cómo no señora, permítame que se lo abra su coquito y va comiéndose lo blanquito.

Y yo acá qué flojera cualquier cosa que no sea caminar hacia el puestito de cocos y tomar mi agüita bien fresquecita.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que rico, casi me apetece y todo.Lo estoy visualizando, asi de bonito lo escribes, tesoro.

5/04/2006  

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