miércoles, octubre 01, 2008

Puerto Rico V

Tan encantados quedamos con la maravilla de Playa Sucia, que al día siguiente tuvimos que volver a ensuciarnos. Orlando, Ana, Guillermo y yo; el cuarteto zascandil en marcha otra vez. Aparcamos bajo una sombra, al lado del agua rojiza de las salinas. Nos bajamos y empezamos cada uno a coger una mochila, una gorra, el termo de agua… y de repente un insecto a rayas volador se metió en la guagua. Con las puertas delanteras abiertas, y sacudiendo en defensa propia una toalla, Guillermo el valiente tartamudeó “Orlandito, Orlandito, una abeja- ¡Sácala, sácala!” Y soplaba, “¡Fúu-fúu! ¡Fúu!!”

Ese día todo giraba en torno y se respondía con Fu-fú.

Bajamos a la playa, e improvisamos una casita bajo unas ramas enredadas. Así, en la sombra colgamos toallas, pantalones y desplegamos el tenderete entero.

De cara al horizonte, los ojos gozaban de todo un espectro de luces. El agua a nuestro alrededor era clara y según mirábamos más allá, la corriente se alejaba en un verde casi amarillo, luego verde intenso, turquesa, azul marino, y al fondo el rosita del cielo, el blanco de una nube y encima de nuestras cabezas reinaba un azul muy claro.

Al medio día, después de un buen quemazo, volvimos a la casa de los abuelos a preparar las maletillas. Una vez duchados y refrescados, nos despedimos de los abuelos a quien cogimos mucho cariño en esos pocos días que invadimos su casa. Nos despedimos también del primo Orlandito, las aventuras a partir de entonces no serían lo mismo.

Luego camino a Ponce, con la perdida correspondiente incluida. En un laberinto de calles y casitas bajas, Guillermo llamó por teléfono a su tía pidiendo instrucciones. No se entendían, el carro avanzaba con destino difuso y Ana y yo muertas de risa. De pronto llegamos a un cruce; al final de la calle había un giro a la izquierda y otro a la derecha. Guillermo pregunta, “Tití, y ahora, ¿izquierda o derecha?”. Ella responde, “De frente.” Y él contesta, “No puedo.”

Desde ese momento la conversación es imposible de reproducir, pero fue más o menos algo así:

- Síguelo, síguelo de frente.
- Pero ¿izquierda o derecha?
- Guillo, derecho.
- Tití, no puedo seguir derecho. ¿Izquierda o derecha?
- De frente.
- Tití, ¿izquierda o derecha?

Reconstrucción de la escena: Guagua parada en el cruce; una señora tocando bocina en el carro de atrás; la tía al teléfono dando direcciones confusas; la cara de Guillermo desfigurada; Ana y yo intentando aguantarnos la risa; la voz de Guillermo que cada vez ponía más énfasis en la “i” final de tití, y la “r” de izquierda se convertía en una “l” descarada. “Titííí, de frente tengo una casa. No puedo seguirlo derecho. ¿Ihquielda o derecha, Tití!?

Ya no me acuerdo para dónde tiramos, pero al rato salimos a un sitio que “le sonaba” a nuestro conductor, y así llegamos finalmente a casa de Titi Millie. Una sonrisa encantadora nos invitó a pasar a su casa, y nos presentó a los primos pequeños Jorge y Paola. Comimos una lasaña deliciosa y una tarta de queso ¡…mmm!

Después de la visita fuimos para la Guancha de Ponce, un muelle de madera enorme, excelente para pasear, con chiringuitos y bares para Medallas fresquitas, y con una barandilla hecha a mi medida para apoyarse y mirar el atardecer con los mástiles de los veleros a contraluz. Luego dimos una vuelta por la playa, donde el viento casi nos lleva. Cuando ya tuvimos el pelo enredado con nudos de por vida, nos fuimos.

De camino a Cidra quedamos con nuestra amiga Delmarie para vernos en un bar llamado Double Six. Allí estaba Delmarie con su amigo, esperándonos para jugar una partida de billar, tomar una cerveza y recordar los meses en Nueva York, donde nos hicimos amigos. Esa noche fue capicúa: Risas-Billar-Risas-Pizza-Risas.

Más tarde, al llegar a casa nos preparamos para descansar. Dimos las buenas noches y Ana y yo nos fuimos a nuestro cuarto, encendimos el ventilador y apagamos las luces. Estaba todo oscuro y en silencio cuando Ana saltó en su cama, “¡Ay mamá, una cosa ha volado de lado a lado!” Yo respondí lo típico de uy-sí-ay-qué-miedo-duérmete. Pero Ana insistía, así que prendí la luz. Nada. Apagué la luz de nuevo. Pero dejé los ojos abiertos, y entonces, de repente lo vi: una luz cruzó de lado a lado la habitación. ¿Eh!? Corrí a la cama de Ana y me metí a su lado. Y fiuuuum, ¡otra vez! Una luz voló por encima de nosotras.

En un impulso me destapé, salí al pasillo y llamé a la puerta de la otra habitación. Guillermo salió a ver qué pasaba, “Hay una cosa…” e indiqué el camino a nuestro cuarto. Su hermano Gerardo nos siguió. Entramos, encendieron la luz, y enseguida Guillermo se acercó a la pared para coger entre sus dedos un pequeño insecto. ¡JAJA! Tronó su carcajada. “¡Sólo es una luciérnaga!” Y Gerardo y él no pudieron contener la risa que les daba vernos asustadas por una luz sospechosa que volaba a nuestro alrededor en la noche.

Ellos burlándose y yo medio avergonzada y divertida, nos giramos riendo para ver a Ana en la cama tapada hasta la coronilla, que asomaba la cabeza por detrás de la sábana.


3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

ya estabas tardando...jiji!

10/01/2008  
Blogger Yrädiel said...

Hallo!

No sabía que escribieras asi de bien...
¿Qué tal hoy?, ¿me habéis echado de menos? :P
Bueno, esta es la direcc de mi blog:

http://welt-unendlichkeit.blogspot.com/

A ver que te parece, jeje

Küsse!!

10/02/2008  
Blogger Yrädiel said...

La Uni, el primer día (jueves) un caos de organización... cambiaron aulas y horarios... asik te puedes imaginar.
Hoy habéis acabado Deutsch, no?
Ha dicho algo Frau Schneider? ^^

küsse!

10/03/2008  

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