jueves, agosto 07, 2008

Alaska V

Seward, 30 de junio- Donde brilla la diversión

Alrededor del medio día cargamos el coche en Anchorage con tiendas de campaña, sacos de dormir, neveras y abrigos. Emprendimos viaje al sur, Amira y yo delante, y atrás Alberto, John y su guitarra. Yo me encargaba de la música y cantábamos a voz en grito aunque no nos supiésemos la letra. John no paraba de hablar y de contar batallitas e historias poco creíbles, pero eran divertidas, aunque chirriaban cuando soltaba una palabrota cada tres palabras. Ay, Boobon. Creíamos que era su apellido, pero luego descubrimos que no, no sabíamos por qué le llamaban así. Entonces me dio la risa; la traducción de boob on es “teta encendida.” Que conste que ese apodo no se lo pusimos nosotros.

Por la tarde llegamos a Seward, una ciudad de puerto con muelles de madera muy arreglados, barcos de vela atracados allí, rodeada de montañas también y dedicada al turismo local, con muchos lugares preparados para acampar y grandes áreas reservadas para caravanas. Le llaman "la ciudad donde brilla la diversión", The city where the funshines- (un juego de palabras entre brilla la diversión y brilla el sol).

Aparcamos el coche y nos quisimos meter a un bar. A Alberto y a mi no nos dejaban entrar porque desconfiaban de nuestro DNI español. Lo que intentamos razonar con el tipo aquél, más que nada, era que siendo españoles quedaría un poco mal ir enseñando un carné de Arizona. Pero vamos, que sin darle una vuelta entera nos dimos media vuelta y nos metimos al bar de la competencia. Estaba casi vacío, había una Juke Box (máquina de seleccionar música) y dos mesas de billar. Nos acercamos a la barra, yo me senté en el taburete y me colgaban las piernas. Bien es sabido que en Estados Unidos la mayoría de edad son los 21. Por eso nada más acercarse la camarera nos pidió la identificación. Aceptó nuestros carnés españoles, pero dijo que mejor si tuviésemos los pasaportes. Le dije que ya, pero que íbamos al bosque de acampada, que comprendiese que no llevábamos ni pasaporte ni papel higiénico encima. Lo dije, por lo menos en mi cabeza.

Echamos unas partidas de billar: España vs. Estados Unidos. Al final empatamos, pero como los números de las bolas estaban en inglés nos merecíamos algún punto más. En fin.

Fuimos a meter 25 centavos en la máquina de música y nos encontramos con un grupo de siete u ocho escoceses, altotes, rubiotes y vestidos todos con su camiseta y falda azules. Nos hicimos una foto con ellos. Porque nunca sabes cuando te vas a encontrar otra vez con un grupo de escoceses así en Seward, Alaska.

Lo mismo pensarían ellos de encontrarse allí con una de Bienservida.

Al ratito nos fuimos con el coche en busca de un buen sitio para acampar. Lo encontramos a un par de millas del centro, en un saliente de la carretera. Allí había un buen trozo de bosque abierto, entre pinos, a la orilla del río y frente a grandes montañas.

Alberto, Amira y yo montamos nuestra tienda de campaña, mientras John Boobon tocaba su guitarra. Fuimos a por leña, y enseguida encendimos una fogata. Me senté allí a escribir un rato.

Por la noche llegaron Simon y Joel. Nos juntamos alrededor del fuego, quemamos unas cuantas salchichas y nos quedamos charlando hasta que nos entró sueño. Además, Boobon había bebido demasiado y ya se estaba poniendo pesado. Los tres de mi tienda nos fuimos a dormir, Simon se acostó también en la suya, y se quedaron allí John y Joel.