lunes, octubre 16, 2006

Fin de semana perfecto

Chicago es la ciudad del viento. Windy City, le llaman. Así que me cancelaron un vuelo y retrasaron el otro por fuertes ráfagas en el aeropuerto de destino. Ya en el aire el capitán nos advirtió: 6º C. También se conoce como Chi-town; ya era la una de la madrugada cuando llegué envuelta en capas y bufandas al hostal aquel. Me esperaba mi amiga.

Casa gris, tres pisos. Entré en la recepción. Las paredes rebosaban de recuerdos colgados, más bien olvidados. Discos de vinilo, un cartel de Sargent Pepper y otro de lo que el viento no se llevó. La cara de James Dean enmarcada y un Budda enojado. Una lámpara oscura, una fuente apagada y hortera, con muchos centavitos arrojados, pero por más que unos tiraban y otros deseaban, aquello seguía igual.

Me saludó el recepcionista, un mejicano de mi estatura que me dijo Jeló, cam in. En seguida una voz querida gritó mi nombre, el abrazo esperado, y luego una sonrisa nerviosa, mirada baja y encogida de hombros, “Es que... no tenemos habitación.”

¿Cómo?
Pero esta noche dormimos gratis en el lobby.
¿Cómo?

Giré alrededor, recorriendo con los ojos los siete u ocho sofás del aquel salón de techos bajos. Todos destripados, convertidos en sofá-camas. Varios grupos estaban en la misma situación. Me arrimé a nuestro territorio y saludé a los otros dos amigos. Jiji-jeje-ya ves. En total éramos cuatro, y nos apañamos en tres sofás. Los japoneses y otros viajantes con habitación inexistente reservada ocupaban los demás.

Yo todavía no daba crédito. Entonces mi amiga me mostró nuestra cama, y levantó esos cuatro centímetros y medio de colchón chicle, dejando al descubierto una tabla de madera. “Mira,” me agaché. Y es que aquello estaba sujeto por dos palos de escoba (literalmente), y yo me arranqué a carcajadas.

Fuimos al mostrador a rellenar la tarjetita con nuestro nombre. Nos informaron de que el desayuno consistía en un café y un donut, de seis a nueve de la mañana, “Aquí, en el lobby.” ¡Aquí! ¿Aquí!? Aquí... Mi amiga daba cabezazos y yo me reía. Regresamos a nuestro rincón, y unos chicos estaban colgando un par de sábanas del techo para “darnos privacidad,” pero el caso es que seguíamos viendo a los ingleses de tres sofás más allá. En fin, ya teníamos nuestro espacio marcado. Rincón dulce rincón, y nos pusimos los pijamas.

De nuestra tribu, una se estiró en un sofá improvisando la almohada con un cojín. El otro se encogió en la parte izquierda de su colchón, porque la otra se hundía hasta el suelo. Yo compartía cama con mi amiga y, sin saber si conseguiría llegar al otro extremo, empecé a cruzar de rodillas el colchón y me clavé un muelle. Ella se tumbó y se nos caía la cabeza. Normal, había una zanja entre el colchón y el respaldo del sofá.

Finalmente encontramos reposo para la cabeza, pero aquello estaba inclinado. Con los pies más altos que la cabeza, el peso de nuestros cuerpo nos recaía en el cuello doblado. Sin decir palabra nos removimos buscando la postura menos incómoda, remetiendo los pies en la manta y tapándonos hasta las orejas. Nos quedamos quietas y en silencio, creo que las dos esperando a que los palos vencieran y nos cayésemos de una vez. Nada. Entonces, se nos escapó la risa suelta.

Después de un rato apagamos las luces como si estuviésemos en nuestra propia habitación. Pero lo mismo me da que me da lo mismo, porque seguían prendidas las luces de recepción. Y la mujer de guardia era sorda porque éramos pocos y parió la abuela. Así que se oía la radio y sonaba el teléfono, y la pobre mujer no se enteraba.

Serían las dos y nuestros otros dos ya estaban dormidos. Pero nosotras teníamos cinco meses que recuperar, así que hablamos y hablamos en nuestra tienda de campaña. Mañana veríamos las avenidas, los edificios, el lago, todo Chicago, frío y sol. Pero nosotras hablamos y hablamos hasta las tantas, cuando decidimos dormir; Enseguida vendrían tropas a por sus donuts y nos despertarían con en tintineo de las tazas de café.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El fin de semana sera perfecto, pero la primera noche en lo que concierne a comodidad...Lo que importa es lo que habeis disfrutado, good for you! Te quiero

10/17/2006  
Blogger Dreamer said...

Ha sido perfecto! Te quierooo y ya te echo de menos,jouuu, pero eso quiere decir que ya quedan menos días para NY NY como decía nuestro querido Michael Bolton!! Love U!

10/17/2006  
Anonymous Anónimo said...

jaja!no podía haber sido de otra manera y estas tonterías me traen muy buenos recuerdos... os echo de menos!! Ahora la única que queda por tener aventuras en un hostal hippy es lau, a qué esperas?!jeje!

Un bexitoo!!

10/18/2006  

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