lunes, octubre 02, 2006

Experimento I

Domingo, 08.03 de la mañana. Lluvia, 12 º C.

Sacar el pie de la cama no apetecía un pelo, pero lo había prometido: Acompañé a Mary a misa. La curiosidad mató al gato, pero soy curiosa y no-gato, así que esta no me la podía perder.

Llegamos a la calle, lado este de la 34. Preguntamos por la Iglesia de Cristo de Nueva York (toma ya) y nos dirigen hacia un edificio de arquitectura Manhattiense. Corremos hacia el toldo para resguardarnos de la lluvia y entramos al gran hall de mármol. De iglesia nada. Dos porteros en uniforme reluciente nos explican que utilizan unos de los salones del segundo piso para oficiar la ceremonia cada Domingo. Subimos.

Se abren las puertas de madera del ascensor y salimos a un descansillo amplio donde se han juntado varios grupos a charlar. Caminamos hacia el salón y nos entregan un librillo. Leo, “Christ Church of New York City, una iglesia en la tradición evangélica anglicana” y yo tan católica.

El salón es enorme, con techos altos y ventanas arqueadas. La moqueta es de tonos verdosos y pastel. Hay sillas colocadas a lo ancho del salón y en el medio una tarima improvisada, con un reposa libros y un micrófono. No hay imágenes ni cruces. Sí cuelga una bandera americana y preside la sala un retrato de Abraham Lincoln. Esto promete.

Nos saluda una mujer mayor llamada Alisha, nos da la bienvenida y nos invita a sentarnos. Nos sentamos. En breves empieza la misa. Sube a la tarima el Pastor, un hombre de taitantos, con pelo blanco y vestido con traje y corbata. Saluda a los que han venido por primera vez, da los anuncios pertinentes y rezamos. Todos inclinan la cabeza, así que yo bajo la mía pero con los ojos abiertos para no perderme nada. Amanasimehna hambehleh duegheneh ahmanah, Amén.

Nos ponemos en pie y cantamos siguiendo la letra en el librillo. “O my soul laaaa aaa” Ejem, ejem, laaaaa haaa jajaja un tono demasiado alto. Haré como que sé. En realidad desafino, pero sigo cantando tan seria. Giro la página del librillo y cae al suelo un sobre blanco. Espero a que nos den permiso para sentarnos y lo recojo: “Sobre de donación. Por favor indicar, Cheque o En efectivo.”

Se me saltan los ojos de asombro, pero luego pienso que también pasan la cestilla en las iglesias católicas. El Pastor nos habla de la fe y da paso a otro señor más joven. Éste es el encargado del sermón, (que por cierto, las dos últimas páginas del librillo están en blanco para tomar notas del sermón). Gesticula. Interpreta como en un escenario los diálogos que va leyendo en los pasajes. Comprende todo y sabe que todos somos pecadores. Nos explica que la fe y nosotros y Jesús Cristo nuestro Señor.

Volvemos a cantar. Rezamos por David y Martha, miembros de la iglesia de Cristo, que se marchan a Afganistan. Él enseñará inglés a los altos cargos políticos y ella será enfermera en un hospital de Kabul. Los dos suben a la tarima y dicen unas palabras. Despedimos a unos y damos la bienvenida a otros. Suben a la tarima un señor de origen asiático, una joven negra, y un muchacho blanco. Los tres juran fe, dedicación y apoyo a los proyectos de la Iglesia de Cristo. Vuelve el primer Pastor. Anuncia que van a recoger los sobres de donación y dice que los que hayan venido como invitados por primera vez no hace falta que contribuyamos, que a esta nos invitan. Pues gracias.

Se acaba la ceremonia y Abraham me está mirando. No está crucificado ni mucho menos. Al contrario, parece que por detrás de él brilla una luz en el lienzo. Mary y yo nos levantamos para salir y nos rodean dos mujeres y un señor. Una es Alisha y nos dice que no nos vayamos aún que de dónde éramos y qué bien que habíamos venido. La otra mujer era alemana y estaba casada con el otro señor, que se alegraba mucho de ver a gente joven, y que íbamos a estar muy a gusto porque esos de allí también eran estudiantes y que luego nos los presentaba. Alisha empujó a una chica hacia mi y le dijo que yo era de España, que hablara conmigo, ya que ella estudiaba español en las clases. Al mismo tiempo la alemana se interesaba por mis estudios y me animaba a no se qué, que no escuche porque cuatro me hablaban a la vez. Pero como ya nos teníamos que volver a casa Alisha nos dijo que no no no que fuésemos a saludar al Pastor y mientras me intentaban abducir y yo fingía interés, me divertía. Le dije al Pastor lo maravilloso que había sido el sermón, y mientras Mary le daba su dirección, teléfono e e-mail a Alisha, yo pensaba en el café y los huevos revueltos que me iba a zampar cuando llegara a la residencia. Mary prometió regresar el próximo domingo mientras yo sonreía a su lado y dejaba que pensaran que iba a volver yo también.

Me ha gustado ver una ceremonia religiosa distinta a la de siempre. Mereció la pena levantarse esta mañana: qué buenos me supieron los huevos revueltos.

4 Comments:

Blogger Dreamer said...

Hola guapa!
¡Ya estoy de vuelta y qué bien poder leerte! ¿Te he dicho alguna vez lo bien que escribes?
Besos desde Des Moines

10/02/2006  
Blogger PALOMA said...

De vuelta de Las Vegas! Yo también tenía ganas de que volvieras y me contases del viaje. Un besito!

10/02/2006  
Anonymous Anónimo said...

Amén

10/03/2006  
Blogger Turruchel said...

jajajajajaj ^^.
eso tenia pinta de secta judgar por tu descripcion, pero tu eres lista i no bolveras.... aiii siempre hacendo de las tuyas....

amiga
mia
solo
tu
eres
lista

o papa pitufo... como kieras mirarlo XD

10/05/2006  

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