El travesti del kiosko
Todas las mañanas paro en el carrito de cafés y donuts del travesti. Nadie sabe si es hombre o mujer; siempre lleva puesto el mismo delantal azul clarito, se pinta las cejas y usa una visera azul oscuro. Me da los buenos días y el desayuno cada mañana por 65¢.
Se pone siempre en la esquina de la 23 con la Primera. Me acerco al carrito y la conversación es igual al día anterior:
- Good morning!
- ¡Buenos días! Un café pequeño, por favor.
- ¿Leche y azúcar?
- Si, por favor.
- ¿Quieres una bolsa?
- Si, gracias.
- ¡Que tengas un buen día!
- ¡Tú también!
Hoy salí y caminando hacia el kiosco repasé el dialogo de nuevo en mi cabeza:
- ¿Leche y azúcar?
- Si, por favor.
- ¿Quieres una bolsa?
- Si, gracias.
Me paré al borde de la acera, esperando la señal del semáforo. Y cuando me acerqué ya tenía mi vasito de cartón preparado en la bolsa de papel. No supe qué decir, no me preguntó por la leche ni el azúcar. Entonces, me reí y dijo “Te he visto antes de cruzar.”
Nos deseamos un buen día.
2 Comments:
Cotidianidad en N.Y.
Esas cosas te pasan a ti. Besos.MM
Y cuando os mirásteis a los ojos os re-conocísteis como personas y cuando os sonreísteis os re-cordásteis (volver a a pasar por el corazón)
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