miércoles, junio 06, 2007

Por Torpedero

Acompañamos a nuestra amiga hasta casa, no fuera a andar ella sola por esas calles tan solitarias de noche. En la puerta nos despedimos, y al balcón salió Mr. Keller a decirme que bailara unas manchegas, pero le dije que había que estar en situación.

Ya los dos solos, mi primo y yo nos agarramos del brazo y caminamos por la calle Torpedero Tucumán hacia el metro. La acera era estrecha y por la izquierda nos hacían zancadillas los para-choques de los coches aparcados en batería, y por la derecha nos invadían regaderas que crecían en las vallas de las casas. Todo estaba en silencio y naranja, por la luz de la farola.

Una de las casas que pasamos tenía la verja entre-abierta. De pronto mi primo me apretó el brazo, empezó a gritar ei, ei, ei, cuidado apuntando hacia las rejas, y yo del susto le hinqué las uñas y me subí encima suyo, pensando que un gato feo, enorme y malvado estaba a punto de atacarnos. Ahí soltó la carcajada, que era broma, te asustas por nada, y cuando iba a decirle que él sí que era un malvado, se nos cruzó corriendo un gato de verdad y fue él quién pegó el respingo, con lo cual ya teníamos risas para rato.

Nos bajamos de la acera y seguimos caminando por los adoquines, ahora iluminados por los farolillos amarillentos. Ya había vuelto el silencio, cuando mi primo señaló tranquilamente el suelo, con el fin de que yo no pisara una cucaracha que por ahí pasaba. Pero con la conmoción de momentos anteriores, todo menos un pequeño insecto me esperaba, así que cuando le vi señalar abajo me fui del piso, diciendo ay ay ay ay, girando alrededor de mi primo, saltando y levantando muy bien las rodillas, por si acaso.

Dijo mi primo, “Que pena que no te haya visto Mr. Keller, vaya manchegas te has echado.”
Y nos lo queríamos perder, paseando por Torpedero.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No es el dónde, sino quiénes

6/15/2007  

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