martes, mayo 22, 2007

El invento

Estaba sentada en un banco frente al estanque, leyendo con los ojos achinados para evitar el sol de Central Park. En el banco de al lado cayó de pronto una maleta negra. Su dueño se sentó a mi lado, un hombre que enseguida imaginé como descendiente de imigrantes italianos; vestía de negro y llevaba gafas oscuras, era bajito, gordote, y calvo, algo así como Danny de Vito.

Sacó de la maleta una maquina teledirigida, y la empezó a destripar ante mis ojos. Le cambió las baterias, limpió el interior, le colocó la tapa y probó que funcionara. Me quedé asombrada de su invento, y me sonrió, "¿Te gusta mi juguete? Lo voy a probar."

Lanzó la maquina al agua, y aquello flotó sin problema. Le dio al boton encantado, y dejó que su invento navegara por el estanque. Aquel hombre reunió en custión de segundos a siete u ocho chiquillos a su alrededor, y a mi también. Divertidos y maravillados, observabamos al pato teledirigido.

Entonces, cuando comprobó que su invento habeia funcionado, volvió a la maleta y sacó el toque definitivo. A la cola del pato enganchó una cadenita, con la cual tiraba de cuatro patitos de plastico.

Los patos reales del estanque miraban de reojo a la patita con sus hijos, pero no se atrevian a acercarse. Hubo uno que se hizo el valiente. Entonces de Vito, juguetón, aceleró al pato de mentira y con el ruido de las helices, el otro salió despavorido.