viernes, enero 23, 2009

Los Serranos dan la bienvenida

Llegamos con el “primo nuevo” al pueblo, y nada más sentarse a la mesa le endiñamos una buena pellá de ajo mulero de la abuela, lomo con ajo atao, chuletas, y le enseñamos a echar sopas-barcos-transatlánticos de pan al moje.

Fueron llegando cada vez más tíos a conocerle. Salían tíos por todas partes a saludar al recién llegado, ¡y de tan lejos!

Por la tarde-noche salimos todos en comandita a dar una vuelta y a enseñarle el pueblo. Empezamos en la plaza, y fuimos bajando por El Santo; yo le iba explicando todo con detalle. La casa entera, el antiguo comercio, la casa del embajador, la de la Marita, que tiene muchos gatos, ca’la Tita, donde vive el alcachofo… Y enfrente del bar de Moya nos encontramos con una mujer, frotándose las manos en su delantal, en la puerta de su casa mirando mientras su marido y otros cuantos descargaban un remolque de leños ahí en la cuesta. Seguimos para abajo, tantos por tan poco hueco metidos que parecíamos una procesión. Y mientras yo le seguía contando, aquí vivía la loca, de pequeños le tocábamos al timbre y salíamos corriendo, y esa es la casa del podrío, que nos amenazaba con su bastón y no nos dejaba comer pipas las noches de verano. Pasamos por el infierno, así le decíamos a esto de pequeñas, porque las farolas del pueblo antes eran naranjas y de noche nos daba miedo. Pero no tanto miedo como las historias de la Encantada que nos contaba la Jácin…

Atravesamos el pueblo, paseamos por la Calzá y bajamos hasta la almazara. Entramos a la cooperativa de aceite, cuyas máquinas rugían aún de noche, y con el tío Juan de cicerón nos metimos a moquear. Pasamos la puerta coronada con la estatuilla de la Virgen del Turruchel, y enseguida echamos el ojo al chorro de aceite sin refinar que caía suave y tentador. Después de que nos explicaran todo el proceso del aceite –con el palillo perenne incrustado en el rabillo de la boca-, y con la aprobación del tío que fue el primero en caer y meter el dedaco en el chorro, fuimos todos a rechupetear triunfantes.

Tras la excursión familiar improvisada por Bienservida, los chiquillos nos subimos al salón de los Morote. Allí los primos y el nuevo “primi” empezamos con juegos que no sabíamos jugar, pero para reír sí nos dieron. Al ratito llegaron las primas mayores, y de cháchara y palique nos empezó a entrar gusanillo, así que nos preparamos un aperitivo y unas cervezas. Al poquito nos subieron montaditos y trozos de pizza, así que pedimos más cervezas. Pero habíamos limpiado la nevera. Así que enviamos a los primos peques a casa de la abuela, pero reportaron malas noticias- sólo había sin. De modo que bajaron a casa de Amparo, y de pronto llegó Carlota cargada de latas de cervezas, a disgusto de Blanca, la prima mayor que supuestamente no estaba ejerciendo nada bien de prima mayor. Pero se relajó cuando todos la ignoramos y le abrí una lata para ella.

Estábamos muertos de risa cuando empezaron a subir los tíos a pedir cuentas. Se asomó el tío José Miguel a ver qué pasaba con las cervezas, quisieron culpar al recién llegado, pero al ver el reguero de latas admitieron que no podía ser cosa de un solo hombre. La tía Amparo sonreía con los brazos en jarra, y el tío José se le acercó, “Nena, ¿A ti también te han atracado?”

Si no puedes con ellos, únete a ellos. Pero como ya no había cervezas, mis primos cocinicas y cocteleros nos subieron un par de jarras de algo con algo y Fanta. Empezamos a repartir, y la música no dejaba de invitarnos a bailar. Subieron todos al moqueo, incluso la abuela se apuntó a dar palmas mientras unos y otros intentaban sacarle los colores al “primi”, pero el “primi” salió a dar sus pasitos de flamenco y arrasó, muy en su papel de bailaor.

Los mayores se despidieron y se sentaron en el salón de abajo. Pero nosotros seguimos la fiesta, y al rato llamamos a la tía Ampar, que tenía que estarse ahí con nosotros, con la juventud. Quisimos liarla más, así que llamamos al tío José cantando para que subiera a bailar. Allí apareció tan torero y todos le aplaudimos. Luego nos asomamos a la barandilla y llamamos al chache, y le fuimos vitoreando mientras subía. Llegó con su cubata en la mano y diciendo, ¿Pero qué pasa aquí? Después llamamos a María Jesús tan divertida y dispuesta que mucho le aplaudimos, y al cuñao que también dio pasito p’adelante y otro p’atrás, vamos Isa, sal a bailar que tú lo haces fenomenal, y Mariado que baila su-su-suave… a todos les hicimos el paseillo. Del flamenco al pachangueo y terminamos con reggaetón, que la tía Mari Carmen bailó un perreo con el nuevo “sobri.”

Mientras el tío Antonio, tres casas más abajo, escuchando el juergazo por el tubo de la chimenea.

Y nosotros seguíamos cantando y bailando y riéndonos, y todo eso que nos hace sentir tan bien y tan unidos y tan familia feliz.

Al día siguiente, la pregunta sonriente fue, ¿Tu familia siempre es así?


3 Comments:

Blogger Dreamer said...

Todos los días del año! :))

1/23/2009  
Anonymous Anónimo said...

jajaaja k bien lo pasamos ...solo espero que no asustaramos mucho al nuevo "primi"...jajaj
siempre unidos!un besazo palo.
dolo

1/24/2009  
Anonymous Anónimo said...

La proxima vez, le ponemos la rosa de Raphael, jajajaja... Para ense~ar mis nuevos pasos de bailaor =)

1/25/2009  

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