domingo, mayo 28, 2006

El Negro

Mis tíos tienen un gato. Se llama Frodo, pero entre todos ha ido adquiriendo distintos apodos: Friti, Fruti-tuti, Frutitirilo, Pequeñontilo, Pequeño-peludo-y-suave (como Platero)... y algunos más. Tiene dos amigos gatos en el barrio. A uno le hemos llamado el Negro, porque es negro y punto. Y la otra es una gran gata que se llama Lagartija, no sé porqué, pero para los amigos es conocida como la-gata-de-Emilio (el vecino).

En fin; anoche nos fuimos los tres primos al cuarto, como siempre, a leer un ratito antes de acostarnos. Mi primo y yo ya estábamos hipnotizados en la lectura cuando mi prima hizo un sonido gish y se quedó petrificada, de pie en la cama y con las manos en la cabeza. Volteamos para mirarla y dio un gritito (de los suyos).

La risa vino cuando nos dijo que es que había una polilla. Pues qué tonta, una polilla, mátala o échala y ya. Si, claro.

Nos pusimos los tres en guardia y a su busca y matanza, pero más vale maña que fuerza y la polilla no aparecía por ningún rincón de la habitación. Al fín la divisamos (jou-jou, allí a lo lejos capitán), posada sobre un CD, en la estantería. Qué fea. Mátala, si si, venga dale. No tú. No, que tú estás al lado, que miedicas, sisi pero tú te vas. Pues dame una zapatilla, no, aplástala.

Vale. Pues acerco la mano para emplear la técnica levanta-rápido-el-CD-y-empótrala-contra-la-tabla-de-madera-que-asco y cuando ya iba ya iba aparece la sombra de mi prima y la polilla sale volando. Revulú otra vez.

Después de un rato mi primo y yo volvimos a abrir los libro y pasamos de la polilla. Total, era una polilla. Pero mi prima se acordó de repente de que el armario estaba abierto y dentro estaba toda su ropa y aplicó la lógica, y con su conocimiento previo de la actividad polillar, llegó a la conclusión de que se estaría comiendo todas sus camisetas. Oh no. Empezó a darle palos a las ropas, pero sin meter mucho la mano por si se la arrancaba la polilla feroz, así que cogió la flauta del colegio y siguió dando golpecitos a los pantalones colgados. Pero de ahí no salía nada. Por fin, sucumbió a la lectura también.

Ya nos íbamos a dormir (estarás preguntándote que tendrá que ver el rollo del gato de tus tíos del principio) y bajó mi prima a por agua. Ahhhhh, el negro, el negro. Nuestro primer pensamiento: han entrado en casa. Entonces, a mitad de la escalera vimos pasar a un gato que no era Friti y a mi prima correr delante de él. Comprendimos que el único que había entrado había sido el Negro.
Los tres nos juntamos detrás de la escalera donde discutíamos qué hacer. El gato se metió debajo de la mesa del salón y nos miraba con sus ojos raros, y además nos maullaba electrónico: en vez del miau de toda la vida, hacía mieeeeau. Muy extraño.

Entonces mi primo abrió la puerta del patio para que saliera. Pero como era gato callejero no entendía cuando le decíamos “venga, ven, por aquí.” Claro. Mi primo nos mandó para arriba a las dos, que así se asustaba y no saldría.

Subimos, y entraba yo en la habitación cuando fiiiiium me pasó una cosa negra y salté de la cama y de repente me encontré al fondo del cuarto de baño que casi en la ducha. Mi prima gritó otra vez, y mi primo subió “para ver que pasaba” pero que en realidad era para meterse en el baño también. Yo prefería la polilla.

Pensamos en abrirle las persianas para que se fuera por la ventana. Pero claro, estaba justo en la ventana. Mi prima puso la excusa de que llevaba pantalones cortos y le podría arañar, que si no, pues claro que iba. Mi primo se hizo gotica de agua, y yo me reía en el baño. El gato seguía electrónico y nosotros recurrimos a mi tío. Mi tía se despertó y dijo que un gato encerrado era muy peligroso, y que qué descarado que se ha metido en casa. (Y mientras Frodo de garbeo en la calle). Mi tío entró en la habitación y le dijo al gato que a ver qué hacía él ahí.

Nosotros bajamos, por si acaso, y mi primo decidió que mejor sería meternos en la cocina para que no nos vea y no se asuste. Ya, por eso sería.

Mi tío echó al gato y se rió de nosotros. Y nosotros de nosotros, claro. Pero ahora que ya se había pasado el peligro.

El negro se fue asustado y maullando. Nosotros nos quedamos pensando qué inútiles y un poco electrónicos también.

5 Comments:

Blogger Turruchel said...

k nochecita al final la lectura a tomar por cul.
esto em recurda en casa de la abuela cuando entrava una lagartija, primero todas xillando despues la abuela con la escoba, todas en un rincon guinyadisimas i despuess cuando se habia ido nos metiamos a la cama y media hora con los ojos abiertos, por si akaso se le ocurria volvera entrar, al final el suenyo vencia al miedo i nos sobabamos jejee
un beso guapa i k sepas k me encanta tu bloggg

5/28/2006  
Anonymous Anónimo said...

Y yo me lo he perdido..desde luego...Asi me gusta, valientes y decididos yo no hubiera hecho mejor. Ahora que el comentario de tu Tia...

5/29/2006  
Anonymous Anónimo said...

El negro es ya frase mítica de los sopedoros. Como ¿El Cura? o el ¡Ahora! Así pasa el tiempo, pasamos por la vida, pero no nos atropella, ni la dejamos que pase por nuestro lado sin ser esponjas. Absorbiendo todo lo que está a nuestro alrededor

5/31/2006  
Anonymous Anónimo said...

menudo susto me llevo yo...friti eres tu???quien me diría a mi que en vez del pequeño gato de siempre me encontaria a una bola inmensamente negra y peluda en la cocina...y no era una escusa!!no mientas!!tu fuiste la primera que en menos de un segundo acabaste dentro del baño...

6/03/2006  
Anonymous Anónimo said...

Nice colors. Keep up the good work. thnx!
»

7/21/2006  

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